Hace ya tiempo me llegó la noticia de que había una bula de excomunión hacia los habitantes de Muñogalindo promocionada por los jesuitas de Garoza. Para quien no sepa de qué va el tema, introduzco un poco: A principios del siglo XVII, el pueblo de Garoza, anejo de Muñogalindo, se despuebla, y de alguna manera que aún desconozco, se convierte en dehesa de los jesuitas de Ávila. Desde el principio la relación con el concejo de Muñogalindo no será buena, denunciándose mutuamente por diversos motivos: caza ilegal, insultos, aprovechamiento de pastos, lindes, etc.
Los jesuitas serán expulsados por Carlos III a finales del siglo XVIII, por lo que todas sus posesiones pasan al Estado, quien tras revisarlas y tasarlas, las saca a subasta. Garoza fue comprada a principios del siglo XIX por los marqueses de Canales de Chozas.
Al parecer, en una de las discusiones entre los jesuitas y el concejo de Muñogalindo, aquellos consiguieron una bula de excomunión hacia los habitantes del pueblo. El tema prometía y después de hablar con varias personas, conseguí una fotocopia de ella que muy amablemente me proporcionó uno de los dueños de la dehesa. En cuanto me la dio ya vi que eran demasiados papeles muy llenos de letras para una bula de excomunión, las cuales con un solo papel hubiese valido. Sin embargo me la llevé a casa y comencé a leerla. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que la supuesta bula había sido un bulo, ya que en ningún momento ese documento dice lo que se creía que decía. Primero veamos qué aparece escrito y luego intentemos ver el por qué de la confusión.
El documento se compone de once folios (hablo de las fotocopias que poseo, ya que el original no le he visto). El primero se trata de una hoja mecanografiada con un pequeño resumen del interior y un gran escudo de 1924 del marqués de San Andrés, José Melgar, hoy fallecido y antiguo dueño de la dehesa.
El segundo folio es un resumen también del interior pero con letra del siglo XVII. También aparece el logotipo del marqués indicando que pertenece a su “Librería y Archivo”.
Después aparecen nueve folios escritos por ambas partes donde se concentra la información. Se trata de un traslado o copia de un original, ambos de 1690, con una primera página que es la clave de todo el misterio. Es muy larga para una transcripción completa, por lo que he escogido la parte más importante:
Las personas que se hallaren noticias digan y declaren o si han oído decir si saben que La Majada que tiene dicho colegio (el de los jesuitas) en su término de Garoza para sus ganados al presente de estado de treinta y dos años o más a esta parte junto al berrueco que hay en dicha Majada (…) y si saben que el dicho sitio de dicha majada está y ha estado siempre cercano a la raya que divide los términos de Muñogalindo y Garoza (…) sobre lo cual nos fue pedido nuestras cartas y censuras contra vos las sobre dichas personas y a cada uno de vos, y Nos, damos las presentes, por cuyo tenor os mandamos en virtud de Santa Obediencia, y so pena de excomunión mayor, que del día que estas nuestras cartas fueren leidas y publicadas, puestas y fijadas en cualquier lugar público (…) ante los curas o sus tenientes de las iglesias parroquiales de donde está se leyeren de este obispado y a cada uno ynsolidum. Al cual mandamos reciba vuestras declaraciones por escrito y (…) las envíe ante Nos, para las ver y proveer justicia (…). Y en los que hiciéredes lo contrario desde ahora para entonces, pasando el dicho término, ponemos y promulgamos la dicha sentencia de excomunión mayor.
Es decir, el concejo de Muñogalindo defiende que la zona de Las Majadas no estaba donde los jesuitas decían, pero éstos, carentes de documentación que lo acredite, no les queda más remedio que pedir un favor al vicario general de Ávila. Éste amenazará de excomunión a todo aquel que mienta sobre el lugar exacto de este lugar, tanto en la actualidad como treinta años atrás. Para ello, reparten entre los curas de diversos pueblos del valle y alrededores la dicha carta, para que fuese leída el domingo en misa, y para que todo aquel que supiese sobre el particular hiciese una declaración jurada al propio sacerdote que a su vez debía entregarla al vicario de Ávila. Hay varios testimonios de vecinos de pueblos cercanos, unos porque lo conocen de oídas y otros porque trabajaron allí. Estos son dos ejemplos:
Pareció ante mí Francisco Jiménez de Antón, vecino de este lugar de Padiernos, y dijo y declaró ser de edad de cincuenta y ocho años y que demás de cuarenta y seis años a esta parte ha conocido y conoce La Majada que es y está hoy en la granja de Garoza, en el sitio mismo que hoy está que es a dar vista al lugar de Muñogalindo, lindando con el término de Muñogalindo, y que no ha conocido otra Majada más de la dicha, la cual tiene el nombre hoy de Majada y que ella es donde hoy y desde dicho tiempo ha dormido y duerme el ganado de la granja de Garoza, que es de los padres de la Compañía de Jesús, la cual está debajo de un lanchar, enfrente del molino y que no sabe ni ha conocido otra Majada que sea de la dicha granja.
Otro testimonio de un antiguo trabajador de la dehesa:
Dicho día, mes y año, pareció ante mí el dicho cura, Alonso Jiménez, vecino de Baterna que se halló en este lugar de Sotalvo a tiempo de la misa y declaró ser de edad de cincuenta y cuatro años poco más o menos, y que en cuanto a lo que pide el Padre Rector de la Compañía de Jesús, sabe que estando sirviendo habrá treinta y dos años poco más o menos en dicha granja (…) estaba dicha Majada en el sitio que hoy, y que él mismo encerró en ella los ganados de la granja y los daba de comer en ella, y que en cuanto a si se labraba antes o después, de eso no dio razón por no haber puesto cuidado en ello. Y que en las o la que llaman Los Quemados, él mismo aró en ella.
Es decir, todos daban la razón a los jesuitas, por lo que el pueblo de Muñogalindo poco pudo hacer. Sin más documentación es difícil aventurar nada, pero es de suponer que el concejo de Muñogalindo intentó agrandar su término hacia el norte a expensas de Garoza, aduciendo un supuesto movimiento de lindes por parte de los jesuitas que en realidad nunca había existido. No conozco otros documentos relativos al final de este problema, pero supongo que todo quedó como estaba, ya que todavía hoy en día la zona de las Majadas sigue en el mismo lugar, cerca del molino, del río que baja a Muñogalindo y pegando a la “raya” que separa el pueblo de la dehesa.
Una vez visto que no existió tal bula, ¿por qué se llegó a esa conclusión? Posiblemente se deba al segundo folio, donde aparece en letra del siglo XVII un pequeño resumen del contenido:
Sobre Garoza, por haber sacado excomunión mayor el Colegio contra los vecinos de Muñogalindo, por decir haber ocultado ciertas cosas de dicha dehesa de Garoza. Con su información.
Este pequeño resumen es cierto, pero no del todo. Se saca excomunión a toda aquella persona que mienta sobre dónde está La Majada, pero no a los vecinos de Muñogalindo. La letra del interior es fácil de leer, aunque tiene sus dificultades para alguien que no esté acostumbrado a este tipo de escritura. Es por ello fácil suponer que todas las personas que lo leyeron, no pasaron de esta página, por lo que no supieron realmente el contenido del documento. También José Melgar, tal y como dije antes, realizó un resumen mecanografiado en la primera página que continúa el error:
Excomunión mayor contra los vecinos del pueblo de Muñogalindo, por decir haber ocultado ciertas cosas de la dehesa de Garoza, con su información, a 29 de abril del año 1690.
Por el doctor D. Juan Antonio de Bonilla, noble cacnónico de Santa iglesia Catedral de Granada, Gobernador, Provisor y Vicario en Ávila.
Como vemos, reproduce el resumen interior, lo que ha conllevado que todas las personas que lo vieron sólo se fijasen en estas dos páginas, y de ahí el error mantenido durante varios años.
Por lo tanto, los habitantes de Muñogalindo no sufrieron ninguna excomunión, sólo intentaron agrandar el término de su pueblo y les salió el tiro por la culata, porque como se suele decir “con la Iglesia hemos topado…”