lunes, 9 de mayo de 2011

Origen del nombre de Muñogalindo (I)

Qué mejor manera de empezar este blog que hablando del origen del nombre del propio pueblo. Es un tema complejo y algo lioso, ya que no se conservan documentos de la época, y todo lo que se pueda decir sobre ello estará bastante cuestionado. A esto, hay que sumar que desde hace muchos años va corriendo por el pueblo una leyenda sobre el origen del nombre de Muñogalindo, lo que ha hecho confundir más, si cabe, el asunto. Empezaré por esta última para luego dar yo mis propias hipótesis en otro post.

Esta leyenda fue recogida y difundida por un antiguo alcalde de Muñogalindo, Teodoro Velayos, a quien se le debe mucho en lo que a la historia local se refiere. Gracias a sus gestiones y habilidades personales, consiguió que se excavase Peñáguila (de la que hablaré en algún post posterior) además de recoger todos aquellos objetos arqueológicos de valor que sus vecinos encontraban en el monte y en el campo y que si no hubiesen sido por él, habrían desaparecido. Afortunadamente, todos ellos están bien guardados en el Museo Provincial de Ávila por si alguien está interesado en verlos. Además de la arqueología, se interesó por la historia documental del pueblo, acudiendo a los archivos personales de la familia Aboín, de los marqueses de San Andrés y otros de Ávila capital. En uno de ellos, más concretamente en la Biblioteca del Seminario de Ávila, es donde encontró un "pergamino" donde se decía lo siguiente: 

FUNDACIÓN DE MUÑOZGALINDO y otros pueblos del Valle de Amblés. Cuando las tropas del conde don Ramón se dedicaron a reconquistar el valle, chocaron con la fiereza y valentía de los moros, que habitaban las inmediaciones de Muñogalindo y tuvieron que sostener una dura batalla y se les echó encima el invierno, teniendo necesidad de construir un campamento para las tropas, a cuyo campamento los soldados quisieron ponerle nombre y lo acordaron de esta manera: le llamaron MUÑOZ, por ser así apellidado el capitán que los mandaba y GALINDO por llamarse así la esposa de este, que era familiar del conde don Ramón, y así quedó el nombre de MUÑOZ-GALINDO (transcripción de sus propias palabras según un documento mecanografiado por él mismo y que me fue mostrado por sus hijas).

Con posterioridad, esta leyenda fue cambiando en algunos puntos, como que Muñoz era el nombre del capitán y no su apellido o que el campamento fue realizado al estilo romano.

Vayamos por partes. En primer lugar, decir que este documento fue visto por Teodoro Velayos hacia 1934, ignorándose si aún hoy sigue estando allí. Es difícil encontrarlo, ya que no hay más datos sobre él y los pocos que hay no son del todo claros.

Más arriba puse la palabra pergamino entre comillas. ¿Sabía don Teodoro realmente lo que era un pergamino? o ¿sólo vio un libro que él consideró muy antiguo y que llamó pergamino? Aunque la respuesta parezca sin importancia, hay que tener en cuenta que un pergamino sería, por lo general, mucho más antiguo que un libro de papel, por lo que la cronología sería diferente y todo el análisis también. Además, el tipo de letra cambia según la antigüedad del documento, por lo que si era verdaderamente un pergamino, la letra sería ilegible para él, lo que me lleva a sospechar que realmente lo que consultó fue algún libro o papel de cierta antigüedad que creyó un pergamino. ¿Y a qué viene todo esto de papel o pergamino? Fácil. Cuanta más antigüedad tenga, más cercano a los hechos es el documento y por lo tanto más fiabilidad tendrá. Si ante lo que nos enfrentemos, y que es lo más probable, es ante un documento de letra fácil (posiblemente humanística de los siglos XVI al XVIII y más concretamente este último), estaríamos hablando de una información que se da de 500 a 700 años después de la Reconquista de esta zona de Castilla. Sin embargo, también se podría aducir que el autor poseía documentación que hoy en día ha desaparecido, y no le faltaría razón. Por ello, analicemos el contenido, la información que nos da, para ver si realmente los datos y los hechos son fiables:

1)      Se nos dice que los "moros" habitaban lo que hoy es Muñogalindo, pero en el término municipal del pueblo sólo hay restos prerromanos, romanos  y posiblemente hispanovisigodos pero no de la época musulmana. Si hubiesen habitado algo habría quedado, y por ahora no puede decirse que haya aparecido ni una triste cerámica de esta época.

2)      Se nos dice que pusieron el apellido del capitán, Muñoz, y de su esposa, Galindo. ¿Por qué iban a poner el apellido de uno y el nombre de otro, no sería lógico poner el nombre de los dos? Independientemente de esto, Galindo no era un nombre de mujer, ni en la Edad Media, ni hoy en día. Los femeninos, ya entonces, se formaban mayoritariamente finalizando las palabras en –a o –e, pero no en –o, que era claramente masculino. Como dije más arriba, con el paso del tiempo la leyenda pasó a decir que realmente pusieron el nombre del capitán, que era Muñoz, pero Muñoz nunca ha sido nombre de pila, sino apellido, de ahí su terminación en –z, característico de Castilla y con significado de “hijo de” (en esta caso hijo de Muño, que sí es un nombre de pila, no Muñoz).

Por lo tanto la información contenida tampoco es demasiado fiable, lo que resta, de nuevo, credibilidad al documento en sí. Sería necesario encontrarlo para analizar su estructura, autor y finalidad, además de comprobar si realmente lo transcrito por don Teodoro es tal cual aparece en el original. No obstante, como dije más arriba, la tarea es complicada.
Por otro lado, desde hace varios años se viene dando un gran empuje a la historia medieval abulense, con trabajos excelentes de inmejorables profesionales que han sacado a relucir documentación oculta en archivos de toda la provincia para estudiar la historia de la misma. La información contenida en la leyenda del supuesto campamento Muñozgalindo, sería interesante y utilísima, ya no para el propio Muñogalindo, sino para toda la provincia, donde los datos para ese momento son contadísimos, dispersos y poco fiables. Si realmente ese documento y esa leyenda fuesen ciertas, estos investigadores lo habrían promocionado y utilizado innumerables veces, cosa que no han hecho y que hace sospechar de la poca validez de la misma. Hay que recordar que durante varios siglos existieron autores que escribieron los orígenes y la historia de sus localidades de una manera exagerada y a veces inventada, por lo que sus escrito no tienen demasiada autoridad hoy en día (es el caso, para Ávila, de “Historia de las grandezas de la ciudad de Ávila” del padre fray Luis Ariz, del siglo XVII). Quizá estemos ante un ejemplo de ello que engañó a don Teodoro.

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